Una mayor autonomía favorece a una buena autoestima, y a la capacidad de decisión del niño. Siempre estamos pensando en qué podemos hacer para que nuestros niños sean los mejores, que tengan un buen trabajo en el futuro, o al menos que sepan defenderse en lo profesional y en lo personal, y lleguen a ser felices. Es una tarea difícil, pero, como ya sabemos, todo se aprende, y por tanto, todo se enseña.
Para que nuestros niños sean independientes y desarrollen cierta autonomía en sus vidas, dependerá mucho de la educación que les demos.
Mejor lo hago yo....
Lo que ocurre generalmente, es que muchos padres suelen anticiparse a las acciones de los niños, a no dejarles actuar o a hacer algunas otras cosas que los niños podrían hacer solitos. Esos padres actúan así porque creen que sus niños no tienen capacidad de realizar cosas solitos, por evitar que se hagan daño, por comodidad para conseguir resultados más rápidos, o porque no confían en la capacidad de reacción de sus hijos.
Los niños aprenden a ser autónomos en las pequeñas actividades diarias que desarrollarán en casa, en la guardería, o en el colegio. Los niños desean crecer, quieren demostrar que son mayores a todo momento. Cabe a los padres y educadores, la aplicación de tareas que ayuden a los niños a demostrar sus habilidades y sus esfuerzos. Poner, recoger, guardar, quitar, abrochar y desabrochar, irse al baño, comer solos, etc., son acciones que ayudarán a los niños a situarse en el espacio en que vive, y a sentirse partícipe en la familia y entre sus amigos.
¿Cómo ayudarlos a ser independientes?
Todos los niños pueden y deben ser educados para ser independientes, pero todos los niños no son iguales. Cada niño desarrolla capacidades de una forma distinta. Se puede pedir todo a todos, pero no se puede esperar que los resultados sean los mismos.
Se debe, primero, conocer cuales son las capacidades reales de cada niño, para poder ayudarle en su justa medida, y no solucionarles la tarea cuando él sea capaz de realizarla solo. Se debe dar la oportunidad de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar, y todo eso lleva un tiempo, según la edad y la capacidad de aprendizaje de cada niño.
Cuando tu hijo, delante de una tarea, diga "yo puedo sólo por qué ya soy grande", escúchalo y respeta su decisión. Es más importante lo que dicen y cómo actúan los padres en ese proceso, que la disposición que tenga el niño.
No se olviden que una mayor autonomía favorece a una buena autoestima, y a una evolución sana en cuanto a las decisiones y la vivencia del día a día.
(texto de Maria Concepción Luengo del Pino- Psicopedagoga)
Para que nuestros niños sean independientes y desarrollen cierta autonomía en sus vidas, dependerá mucho de la educación que les demos.
Mejor lo hago yo....
Lo que ocurre generalmente, es que muchos padres suelen anticiparse a las acciones de los niños, a no dejarles actuar o a hacer algunas otras cosas que los niños podrían hacer solitos. Esos padres actúan así porque creen que sus niños no tienen capacidad de realizar cosas solitos, por evitar que se hagan daño, por comodidad para conseguir resultados más rápidos, o porque no confían en la capacidad de reacción de sus hijos.
Los niños aprenden a ser autónomos en las pequeñas actividades diarias que desarrollarán en casa, en la guardería, o en el colegio. Los niños desean crecer, quieren demostrar que son mayores a todo momento. Cabe a los padres y educadores, la aplicación de tareas que ayuden a los niños a demostrar sus habilidades y sus esfuerzos. Poner, recoger, guardar, quitar, abrochar y desabrochar, irse al baño, comer solos, etc., son acciones que ayudarán a los niños a situarse en el espacio en que vive, y a sentirse partícipe en la familia y entre sus amigos.
¿Cómo ayudarlos a ser independientes?
Todos los niños pueden y deben ser educados para ser independientes, pero todos los niños no son iguales. Cada niño desarrolla capacidades de una forma distinta. Se puede pedir todo a todos, pero no se puede esperar que los resultados sean los mismos.
Se debe, primero, conocer cuales son las capacidades reales de cada niño, para poder ayudarle en su justa medida, y no solucionarles la tarea cuando él sea capaz de realizarla solo. Se debe dar la oportunidad de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar, y todo eso lleva un tiempo, según la edad y la capacidad de aprendizaje de cada niño.
Cuando tu hijo, delante de una tarea, diga "yo puedo sólo por qué ya soy grande", escúchalo y respeta su decisión. Es más importante lo que dicen y cómo actúan los padres en ese proceso, que la disposición que tenga el niño.
No se olviden que una mayor autonomía favorece a una buena autoestima, y a una evolución sana en cuanto a las decisiones y la vivencia del día a día.
(texto de Maria Concepción Luengo del Pino- Psicopedagoga)